Pensaba, pensaba y no dejó de pensar, ¿Porqué no puedo llegar allá?¿ Y si trato de alcanzarlas con una ramita? ¿qué puedo hacer?.
Cada día la angustia lo agitaba no lo dejaba respirar, sólo pensaba en ¿cómo poder llegar allá? Un día una voz le dijo "¿Y si saltamos para ver si volamos? ¿Y si gritamos para ver si nos escucha?", pero antes de pensar si esas ideas pudieran funcionar, se preguntó: - ¿Quién me habla? ¿Soy yo?, se quedó un rato en silencio y creyó que las ideas que escuchó mejor no las intentara.
Luego de un tiempo, dejó de pensar pero una noche con su ventana abierta volvió a imaginar "¿ y si salto? ¿y si grito? ¿y con una ramita? ¡Algo tengo que hacer! Gritó tan fuerte, tan fuerte que la mamá lo escuchó y corriendo subió a ver que le ocurría. Al abrir la puerta la mamá lo vio al borde de la ventana y le pregunto ¿Qué pasa? Y el respondió: Es que quiero ir a ver a mi tata que me mira desde las estrellas, pero yo no lo puedo ver desde aquí.
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